Extraños en un Tren (1951)


Extraños en un tren (Alfred Hitchock, 1951)



La cámara a ras de suelo. Un montaje paralelo persigue el caminar de dos hombres. Uno tiene unos zapatos llamativos, muy caros. El otro, el que lleva en su equipaje unas raquetas de tenis, tiene unos zapatos sobrios, más normales. Ambos se dirigen a la estación; por separado. Suben al tren y se sientan uno enfrente del otro; en el vagón-bar. Sólo cuando los zapatos chocan entre sí, accidentalmente, sólo en ese momento la cámara inicia una panorámica vertical y podemos ver los rostros de los personajes.

Así arranca una de las cintas más emblemáticas del cine de Hitchcock y, por extensión, del cine mundial. Lo que viene a continuación es una especie de acuerdo entre los dos personajes para realizar el asesinato perfecto: “tu matas a mi padre, que me agobia, y yo me cargo a tu mujer que no te concede el divorcio”. Sin móviles aparentes, y con coartadas previas, el éxito está asegurado. El único problema es que mientras uno se toma en serio la propuesta (el psicópata Bruno, el de los zapatos llamativos, el encarnado por Robert Walker) el otro no cabe en su asombro y no está por la labor (el famoso jugador de tenis Guy Haines, o lo que es lo mismo: Farley Granger).



Adaptación de la película Extraños en un tren al cine

Nació el día en que cayó en las manos de Hitchcock la novela homónima de una escritora que daba sus primeros pasos: Patricia Highsmith. La verdad es que la historia era muy difícil de adaptar, aunque el director, como siempre, ya tenía en su prodigiosa mente prácticamente todos los planos de la cinta. Eso era lo que le distinguía de los demás realizadores: Hitchcock llegaba al rodaje con la película ya terminada y montada en su cabeza; lo que crispaba a más de uno. Entre ellos a O’Selznik que echaba de menos la acumulación de metros y metros de película para luego dar él el acabado –el destrozo- final. Pero con Hitchcock no podía. El cineasta sólo rodaba lo necesario para luego montarlo prácticamente tal como estaba. De esta forma mataba dos pájaros de un tiro: al productor, de disparo certero; y al montador, al que le dejaba el trabajo ya hecho.



Alfred Hitchcock y El ferrocarril

El ferrocarril, principal medio de transporte durante los tres primeros cuartos del siglo XX, fue utilizado como telón de fondo para muchas novelas y películas de misterio de la época. El tren representa el medio romántico y clásico de locomoción, que te permite un viaje donde ves el mundo pasar desde la ventanilla y la interacción entre pasajeros conforman la intrahistoria en cada vagón. Diferentes personalidades, intereses y pensamientos que comparten el mismo camino. Encuentros casuales que han generado historias de amistad, amor y crimen. El mago del suspense Alfred Hitchcock, así lo concibió en una de sus más exitosas producciones en su etapa británica, Alarma en el Expreso (The Lady Vanishes, 1938). Una historia que transcurre completamente en los vagones del Transcontinental Express agudizando la claustrofobia y la desesperación. Hitchcock, vuelve al tren, aunque sólo sea cómo punto de partida en Extraños en un Tren, película considerada un punto por debajo de sus obras maestras, pero que, contiene todo el alma y la esencia del estilo del realizador inglés.





Ensayo - Análisis de la película Extraños en un tren
Por: Greivin Chavarría Bolaños

Algunas características típicamente hitchcocknianas:

La presencia de escaleras, el subir y bajarlas.
El uso de los trenes, donde suceden encuentros, intrigas.
El falso culpable en este caso Guy.
La cámara subjetiva, por la que el espectador se introduce en la mente y los ojos de un personaje, o el personaje en los ojos del espectador.
Las simpatías apariciones director.
La tención psicológica cuando provoca que a Bruno se le caiga un mechero en el momento más inoportuno o cuando, por culpa de unas gafas, no puede evitar dar indicios de su culpabilidad y estado psicológico.
Un  “bueno” no tan bueno, al que le entiendo en una situación algo  “cómoda” (piensa casarse con la hija del senador para vivir de la política) y que, de alguna forma, traiciona a Bruno  cuando, en realidad, ha salido beneficiado por el crimen , porque solo así Guy y Anne logran realizar su aspiración casarse y realizar una vida juntos, cosa que hubiese sido imposible porque su esposa Miriam quien no lo ama y para colmo de males embarazada de un desconocido, pretendía tenerlo “atado” de por vida para vivir de su fama y dinero.
Los símbolos duales y binarios (bueno-malo) para crear contraste, Como por ejemplo:
Los zapatos:
Al mostrarnos en la secuencia inicial únicamente  los zapatos de los antagonistas, se trata de evidenciar las diferencias económicas, de estilo de vida y moral entre ambos: Guy con una moral temerosa al escándalo pero aparentemente firme ante el repudio al crimen cometido (sin importar el  bien que este le genera) ; Bruno, con sus zapatos de dos colores (blanco y negro) es mostrado con doble moral, es holgazán y derrochador, capaz de llegar hasta donde sea necesario para deshacerse del  único obstáculo que tiene para obtener la vida que tanto desea (su padre)
El día y la noche:
Bruno durante el día se muestra como un caballero simpático y agradable y durante la noche en este horrible asesino y acosador de Guy.



Los tres  umbrales:

Los umbrales se convierten es espacios simbólicos en esta película y podemos apreciar por lo menos tres de ellos:

El primero:

Es la reja del parque frente a la casa de Guy. El parque se encuentra a oscuras  y desde atrás de la reja, Bruno lo llama (como una figura de inframundo). Donde vemos la escena de su charla en la cual Bruno LE hace ver a Guy que esta tan involucrado en el crimen como el (para chantajearlo para que cumpla con su parte del “trato”), y lo que los divide es una reja que  bien podría sugerir que Guy está prisionero de este involuntario acuerdo y a Bruno como su carcelero.

El segundo:

Dentro del espacio del carnaval, el paseo por el bote del amor al entrar en la oscura caverna se convierte en un descenso al infierno, donde las sombras proyectadas en las paredes se convierten en la teatralización de las torturas infernales. Como si fuera el descenso al inframundo cosa que intuimos al ver la leyenda en el bote de Bruno que dice Pluto y se sabe que el la mitología romana él era el dios guardián de inframundo
Y sus súbditos eran sombras ligeras y miserables.

El tercer umbral:

Este espacio se encuentra en la casa de Bruno, al atravesar  las escaleras hacia el cuarto del padre de Bruno que  se encuentran custodiadas por un perro guardián, que al igual que Cancerbero, protege las puertas hacia el inframundo, que sería un punto sin retorno.



Escenas memorables:

La mayoría de estas  ellas contienen los elementos por los cuales el cineasta nos abrirá una ventana que nos permitirá observar desde donde miraba el mundo y que entendía por él. Entre estas solo resaltare tres que seguramente y sin miedo a equivocarme se quedaran fijos en la mente de aquellos que vieron la película:

La del asesinato, visto a través de unas gafas rota.


Una cabeza inmóvil entre una multitud que mueve las suyas al compás de la pelota de tenis.



La del Carrusel en la feria.






Anécdotas:

 


Robert Walker, el actor que encarna el paranoico Bruno Anthony, estaba atravesando una etapa difícil de su vida una crisis física y psíquica, factor que reforzó la calidad de su interpretación. 


En principio, Raymond Chandler colaboró en el guión del film. Pero las relaciones con Alfred Hitchcock fueron conflictivas: cada uno quería hacer una película diferente. Al final Chandler fue sustituido. 

 

 Hitchcock aparece subiendo al tren con un contrabajo
 
el director dando indicaciones a los actores







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